Se plantea la necesidad de realizar este proyecto, como respuesta a las inquietudes interiores de una sociedad que necesita mirarse hacia dentro, para esbozarse continuamente como ser humano, ya que de alguna forma se pretende construir una memoria global única que excluye cualquier signo de sello propio. Por este motivo se reivindica la memoria individual, como una manera de no olvidar quiénes somos o hemos sido en las diferentes etapas de nuestra vida.
Para empezar este viaje bergsoniano necesitamos tener una percepción del presente, ya que será a partir de éste cuando tomara forma nuestro recuerdo. Así como la sombra al lado de un cuerpo tomaremos conciencia de los lazos tan fuertes que unen presente y pasado.
Para construir el concepto de memoria individual nos hemos servido de fotografías pertenecientes a un pasado, en las cuales, los personajes que aparecen han quedado desprovistos de su cuerpo físico y se han convertido en sombras. Éstas se han superpuesto creando así diversos niveles de estratos que ofrecen una nueva dimensión del tiempo a la pintura. El estrato más lejano representará aquellas personas que murieron, o han desaparecido de nuestras vidas, en cambio, el estrato más próximo estará formado por aquellas que permanecen a nuestro lado. Concretamente los personajes de este estrato se ha resuelto plásticamente mediante la superposición de vestidos recortables adheridos a la superficie del papel, como una manera de no querer despojarse de ese pasado, pero con la contradicción de no reprimir el recuerdo porque en muchas ocasiones provoca dolor.
Esta dualidad memoria-olvido marcará todas las obras, que siempre navegarán entre ser recordadas u olvidadas.
Lídia Oliver